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Educación Financiera Básica

“Acabar con las democracias desde dentro”

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Publicación original: 17/11/10 | Publicación en EFB: 17/11/10 | María Jesús Soto

“Acabar con las democracias desde dentro”

A nadie se le escapa que corren tiempos difíciles, de impredecibles consecuencias y de riesgos reales importantes. No estamos hablando de crisis económica, recortes, desempleo, sectores en transformación o adaptaciones a los cambios.

 Lo que lleva sucediendo desde hace años, con la irrupción de los populismos en los gobiernos democráticos, ha pasado de ser una reacción social a las consecuencias de la crisis de 2008, a ser una amenaza real de las democracias desarrolladas.

Cada vez son más los estudiosos e intelectuales que analizan con preocupación las ideologías totalitarias que se han instalado dentro de las democracias, con el objetivo claro de destruirlas, para volver a instaurarse aquellas formas de gobierno, que tantas guerras, pobreza y miseria trajeron en el pasado.

En el aniversario de la llegada de Trump a la Casa Blanca, hay quienes le califican de neo-bolchevique, que no tiene reparos ni pudor en afirmar que el sistema jurídico americano no le deja llevar a cabo todo lo que él pretendía. En nuestras fronteras y fuera de ellas, tenemos a otros muchos pensando lo mismo. Esas afirmaciones y descaro desafiantes, nos deben llevar a preocupar seriamente, porque están dentro del sistema, con la clara convicción de que pueden llegar a cambiar las reglas de la organización social actual, para adaptarlas a su antojo, intereses e incluso caprichos.

La popularidad de Trump en estos momentos está en sus niveles mínimos, pero las encuestas parecen reflejar que volvería a ganar, por falta de candidatos alternativos. Esta realidad, que también se puede llevar a otros países, resulta bastante alarmante, porque suponiendo que sea cierto, ¿quiénes va a dar el relevo generacional con garantías, para un futuro próspero y de igualdad de oportunidades como el actual?

Todos sabemos que los gobiernos totalitarios, si por algo se caracterizan es por la desigualdad, la persecución y la privación de libertades.

Nos hayamos dado cuenta o no, estamos en un proceso de lucha por mantener lo conquistado desde la segunda guerra mundial, sin tener que pasar por la tercera. La esperanza vendrá de que seamos capaces de defender con valor y coraje, los valores democráticos, y los de responsabilidad, transparencia y honestidad, en todas las actuaciones de cada uno de nosotros.

Tenemos que empezar a sacudirnos el plomizo desencanto de la realidad, para defender la libertad, la justicia y el orden establecido, si no queremos levantarnos un día en el que ya no podamos defenderlo, porque nos lo habrán usurpado. 

La defensa valiente de esos valores, debe empezar por cada uno de nosotros, haciéndolo extensible a la familia y todos los colectivos en los que nos movamos. La fuerza de los ciudadanos siempre ha sido enorme, de ahí las grandes conquistas logradas durante cientos de años.

La educación en  conocimientos y valores que hablen de libertad, respecto a la diversidad, responsabilidad y honestidad, entre otros, requieren de todos los ciudadanos bienintencionados, generosos y valientes, que piensen más en las generaciones futuras, que en su bienestar o situación actual.

Esta batalla que algunos han empezado y que no esconden, requiere de una respuesta colectiva, que parta de la responsabilidad individual, así como del instinto de supervivencia y generosidad que tienen la gran mayoría de los ciudadanos.

Cómo ya decía Platón: “ El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”.

Estamos ante la necesidad de una batallón de personas libres, responsables y agradecidas, que den ejemplo y trabajen para construir un futuro mejor. Libres, porque se informan y piensan antes de actuar, responsables, porque no culpan a otros de las consecuencias de sus decisiones, y agradecidas con las generaciones anteriores, que han ayudado a conquistar los logros actuales.

 

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