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Educación Financiera Básica

La experiencia del Colegio Mayor Loyola

Un ejemplo de ahorro a seguir

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Un colegio mayor universitario de Madrid donde viven 200 estudiantes, el CMU Loyola, ha llevado a cabo una interesante actividad que tiene que ver con el ahorro y el desperdicio de pan. En esta entrevista escrita, su director y uno de los estudiantes del Aula de Reciclaje, nos detallan cómo se llevó a cabo la actividad, cómo recogieron datos y echaron cuentas, para calcular el dinero que se pierde al desechar tanto pan. Esta y otras actividades que realizan en este colegio, comprometido con la conservación del medioambiente y la ayuda a las personas necesitadas, pueden servirnos de ejemplo y reflexión.


 

Entrevista con José Manuel Burgueño, Director del CMU Loyola

1. En primer lugar, ¿podrías comentar brevemente las acciones o actividades del Colegio Mayor que muestran su compromiso con el medio ambiente?

  • Creación de un Aula de Reciclaje y Medio Ambiente formado por colegiales, que organizan la cadena de reciclado (papel, envases) de los compañeros.
  • Acciones de sensibilización:
    • Carteles sobre el uso eficiente del agua, recordando apagar las luces, para no desperdiciar comida, etc.
    • Ciclos de conferencias, talleres, visitas y películas (cambio climático, eficiencia energética, reciclaje, etc.)
  • Oferta el curso pasado –que el próximo curso se retomará—para la colaboración de los colegiales con una ONG creada para el rescate de perros abandonados (‘Salvando Peludos’), en régimen de voluntariado.
  • Loyola en Verde: Punto de concienciación, sensibilización y promoción a través de un panel/corcho en el vestíbulo junto al depósito selectivo de residuos, donde se cuelgan:
    • Noticias ecológicas, proyectos, convocatorias, consejos, etc.
    • El “E-consejo” de la semana (recomendación semanal –buena práctica– para ahorrar luz, reciclar papel, no malgastar agua o climatización, etc.) También en formato digital, que se publica semanalmente en el Facebook del Colegio Mayor, y en la pantalla informativa de TV del hall.
  • Recogida selectiva de residuos a nivel de institución (Cocina, Limpieza,etc.)
  • Estudios y aplicación de medidas para racionalizar el consumo de agua (grifería, riego, etc.).
  • Acuerdo con un Hogar de acogida de jóvenes en riesgo de exclusión (El Olivar) que vienen dos veces por semana a recoger la comida que se cocina y no se sirve.
  • Reciclaje del aceite usado en cocina (a través de El Olivar)
  • Proyecto piloto de agrocompostaje –recogida de residuos orgánicos para transformarlos en abono orgánico natural con destino a cuatro huertas de la Comunidad de Madrid– con El Olivar, en el curso 2016-17. En el comedor había que tener especial cuidado de separar los envases en el contenedor amarillo (algo que ya se hace, pero había que poner más atención) y no mezclarlos con los residuos orgánicos, para poder utilizar estos transformándolos en compost. Una iniciativa ecológica y de creación de empleo en la que echamos una mano.
  • Participación (2015-16) en el programa de Ecovidrio “La primavera del vidrio”, un concurso entre colegios mayores para reciclar el mayor volumen de vidrio posible con el fin de que los jóvenes se conciencien sobre la necesidad del reciclado para el planeta e implementen esta acción en su vida diaria.

2. ¿Cómo están de implicados los estudiantes en estas actividades?

Desde nuestro punto de vista como institución formativa, la implicación de los colegiales es lo más importante en relación a esta tarea. Como organización tratamos de ser lo más respetuosos posible con el medioambiente y aplicar todas las medidas a nuestro alcance (aunque todavía hay temas pendientes); pero la clave es la implicación de los estudiantes en este proceso.

El Aula de Reciclaje surgida el año pasado espontáneamente entre los colegiales es una muestra de esta voluntad de involucración, que como es lógico no alcanza al 100% de los residentes, pero que va expandiéndose poco a poco y tiene planes para el próximo curso. El que haya salido de ellos y no sea una imposición del centro tiene un valor añadido formidable para que las acciones lleguen mejor a los compañeros.

3. Además de contribuir a la conservación del medio ambiente, estas actividades aumentan el ahorro, y sobre ello tiene que ver la actividad “¿Cuánto nos cuesta el pan que tiramos?” que habéis realizado durante este curso. ¿Nos podrías hablar de ella?

El problema de la comida que se tira en nuestro comedor, la que no se puede recuperar porque se sirve en los platos y no se consume, nos viene preocupando desde hace varios años, pero es muy difícil de atajar. En alguna otra ocasión, en cursos pasados, hemos sacado notas desde Dirección haciendo cálculos de la comida que se desperdicia en el colegio mayor al año, pero no se ha notado reacción importante alguna.

Se trata de un tema que tiene graves implicaciones de justicia social (solo las 40 millones de toneladas de alimentos despilfarrados en Estados Unidos cada año podrían alimentar a los mil millones de personas que se acuestan con hambre cada día); y ambientales (a escala global, las 1.300 millones de toneladas de alimentos que, según la FAO, se desperdician cada año causan la emisión de 3.300 millones de toneladas de gas efecto invernadero en la atmósfera). Pero a veces se olvida que también tiene importantes consecuencias económicas (los costes directos anuales en el planeta se calculan en unos 750.000 millones de dólares).

4. ¿Cómo habéis recogido los datos y realizado los cálculos? ¿Ha sido complicado?

Queríamos hacer alguna acción visual e impactante en este sentido y puestos en contacto con Prosalus nos sugirió la idea de recopilar durante una semana el pan que se desperdicia en nuestro comedor, colocando un depósito ad hoc donde se pidiese a los colegiales que echasen los restos de pan que no han comido. Al cabo de la semana, habría que recoger todos esos restos y colocarlos en fila para grabarlos en vídeo y exponer el resultado por ejemplo en la TV del hall. 

La acción no se completó como estaba previsto fundamentalmente por cuestión de fechas: coincidió con la víspera de las vacaciones de Navidad, y los colegiales que la habían movido se estaban marchando o se habían ido ya. Tenía sentido que fueran ellos quienes la completaran. Y no se podía dejar el pan hasta la vuelta de vacaciones. De modo que resolvimos la cuestión limitándolo a una acción menos impactante y más informativa.

Pesamos el contenido del depósito (eran casi 9 kilos), teniendo en cuenta que no todos los colegiales cumplieron con las indicaciones de echar ahí sus restos de pan –por lo que la cifra real debía ser superior--. Y buscando en Internet, dimos con una web (telosirvoverde.com) que tenía hecho un cálculo similar al que necesitábamos, de modo que lo cogimos prestado, citándoles.

Asumiendo los 9 kilos en una semana (en la que el Colegio Mayor sirve 12 comidas, ya que no ofrecemos cena ni sábados ni domingos), tenemos el desperdicio de pan por colegial por cada comida. Conociendo el precio del kilo de pan, se puede calcular entonces el importe económico de lo que cada colegial desperdicia de pan en cada una de las comidas. Multiplicando ese montante por el número de comidas+cenas que se ofrecen durante el curso resulta el coste del pan que cada colegial tira cada curso, y eso multiplicado por los 200 colegiales que tenemos en el Colegio Mayor resulta la tremenda cantidad de 1.597 euros que se despilfarran cada año solo en pan.

Como se ve, los cálculos son muy aproximados y los datos, aunque reales, no muy científicos. Pero sirve para el objetivo de intentar concienciar a los colegiales de lo que se tira.

5. ¿Habéis hecho algún cálculo sobre la comida que se tira en el comedor del Colegio Mayor? ¿Cómo se puede solucionar este problema?

Mencionaba antes comunicados que hemos sacado desde Dirección sobre este tema. No tenemos datos contrastados, solo cálculos por encima a raíz de lo que se ve en los depósitos de basura del comedor y lo que vamos viendo que los colegiales tiran de sus platos.

Quisimos hacer un cálculo sencillo, sin duda por lo bajo, ya que cada día se tiran más de 10 raciones completas, que suponen 280 al mes, y por tanto 2.240 raciones al año. Aquí no hicimos el cálculo económico que supone este despilfarro, porque se trataba más de llamar la atención sobre el destino de aquella comida que no se sirve en el plato.

Es una vía que vamos a continuar y profundizar durante los próximos cursos.

6. ¿Hay alguna otra actividad cotidiana en el Colegio Mayor en la que se malgasten recursos y que se pueda corregir?

Lógicamente en un centro donde viven 200 jóvenes hay muchos frentes en los que sin duda se malgastan recursos, aparte de la comida que se despilfarra: ventanas abiertas con la calefacción a tope (o con el aire acondicionado); tarjetas colocadas permanentemente en las habitaciones (es el sistema de muchos hoteles, en los que la energía eléctrica se activa colocando la tarjeta de acceso); pérdida a veces incontrolada de tarjetas de acceso; coladas en lavadoras a media carga; descontrol en el consumo individual de agua, no apagar las luces al abandonar salas comunes, etc.

Muchos aspectos son de difícil control o corrección. Está también el complejo equilibrio entre dar un servicio adecuado y evitar desperdicios inútiles. También, a veces, la sensación que los colegiales pueden percibir de que los motivos no son ambientales o sociales, sino sobre todo económicos. Muchos consideran que con lo que pagan, pueden despilfarrar energía, agua, etc.

Uno de los ámbitos que sí podemos controlar es el de la pérdida excesiva de tarjetas magnéticas de acceso a las habitaciones. Ahí establecimos el curso pasado un régimen de sanciones económicas a partir de un determinado de pérdidas (4, que se repondrían gratuitamente). El número de extravíos ha disminuido sensiblemente.

7. El Colegio Mayor Loyola es un centro universitario de la Compañía de Jesús, ¿todos los colegios pertenecientes a la Compañía de Jesús colaboran en este tipo de actividades? ¿Cómo surgió la iniciativa?

Los cuatro Colegios Mayores de la Compañía de Jesús en España estamos integrados, junto con las once Universidades y centros universitarios jesuitas españoles, en Unijes, una plataforma desde la que se trabaja conjuntamente en muchos frentes comunes, uno de los cuales es la acción social, la sostenibilidad y el medio ambiente.

El “evangelio de la Creación” del que nos habla el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si nos inspira y anima a potenciar una educación integral, a vivir con (y en) la naturaleza, no al margen de ella, y a cuidar la casa común con las criaturas que la habitan pues todas ellas están llenas de la presencia del Señor y de su ternura (LS, Oración cristiana con la creación).

Existe en este sentido un grupo permanente de trabajo en el que están representadas las instituciones pertenecientes a Unijes para sacar adelante iniciativas relacionadas con el Comercio Justo, el voluntariado, la cooperación y la ecología en nuestros centros y sobre todo de cara a nuestros alumnos y colegiales. En las universidades ya hay proyectos importantes de ámbito académico: créditos específicos (Aprendizaje-Servicio), fomento de tesis doctorales, TFG y TFM sobre estos temas, etc.), y estamos poniendo en marcha acciones de diferente calado, desde la redacción y firma de una Declaración Institucional de Comercio Justo hasta acciones ambientales conjuntas entre todos los miembros de Unijes (p.e., contra las botellas de agua de plástico; o la celebración conjunta de un Día Internacional, de la eficiencia energética, del Voluntariado, del Planeta…); orientar la Liga de Debate Unijes (que se realiza anualmente) a estos temas; o un concurso de vídeos sobre medio ambiente, entre otras muchas.

Desde el mes de febrero del presente año, Unijes está en contacto con la ONGD PROSALUS en el proceso de identificación y definición de un proyecto de sensibilización sobre el impacto global –a nivel ecológico y social– de los diferentes tipos de dieta, orientado tanto a generar conciencia en la comunidad educativa universitaria como a promover cambios y compromisos personales desde una reflexión ética.

Entrevista con Carlos González-Chas Laredo, integrante del Aula de Reciclaje del CMU Loyola

1. ¿Nos puedes hablar sobre la función del Aula de Reciclaje? ¿Cómo se creó? ¿Por qué decidiste pertenecer a ella?

El Aula de Reciclaje se crea este año en el Colegio Mayor Loyola retomando una iniciativa que otros colegiales habían puesto en marcha hace unos años. Lo cierto es que hay tradición en nuestro colegio de montar aulas destinadas a distintas actividades como cine, montañismo, debate, pensamiento social, medicina, ciencia, etc.

Al finalizar el curso pasado se me ocurrió crear un aula de carácter medioambiental, más bien enfocada a la concienciación sobre los impactos del cambio climático y sus repercusiones en nuestro futuro cercano; y otro compañero, Nicolás Resusta Galdós, propuso al Director del colegio sacar adelante un aula destinada al reciclaje. Finalmente nos pusimos de acuerdo y montamos la que hoy es el Aula de Reciclaje, que surge de la necesidad urgente de concienciar y poner en marcha el reciclaje en el colegio. Tanto Nicolás como yo pensábamos que un colegio mayor como el nuestro debe, dada la elevada cantidad de residuos que genera, tener un sistema de reciclaje serio.

Desde el inicio del curso 2016-17 propusimos invitar a conferenciantes y poner documentales para fortalecer la parte de concienciación, pero al final terminamos por colgar por el colegio carteles llamativos para intentar despertar el interés de los colegiales en el reciclaje.

Siendo este el primer año en que se ha impulsado, no ha sido posible llevar a cabo todo lo que nos hubiera gustado. No obstante, hemos iniciado una tarea interesante de reciclaje de envases, destinando contenedores en cada pasillo del colegio para almacenar los mismos. Intentaremos  promover  el reciclaje de papel, cartón y vidrio para los próximos cursos.

2. En cuanto a la actividad ¿Cuánto nos cuesta el pan que tiramos?, ¿cómo surgió la idea de llevarla a cabo?

La iniciativa del pan aparece como una propuesta del Director del colegio redirigida desde PROSALUS. Entendimos que se trataba de una buena iniciativa como medio de concienciación sobre la cantidad de comida que tiramos. Pero creo que deberíamos haber reforzado más la parte de desperdicio de alimentos por su componente moral y menos por el económico.

3. ¿Tenéis pensado realizar alguna actividad más del mismo estilo?

Intentaremos sacar adelante todas las iniciativas similares a las mencionadas y por supuesto trataré de mejorar el aula hasta conseguir que el reciclaje arraigue verdaderamente en el Colegio.

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